Un Sicómoro parece bloquearnos. Hay momentos en la vida en que sentimos el camino bloqueado. Pareciera que no podemos continuar.
Es como si cada paso que dieramos representara dos pasos hacía atrás.
Dios nos hizo para avanzar. No para detenernos. Una de las cosas que puede detener nuestro avance en la vida puede ser un resentimieno, un enojo sin resolver o un odio plantado, una frustración arraigada,
Los evangelios nos narran una lección profunda dada por Jesús a sus discípulos. Una lección sacada de un Sicómoro en el camino.
“Cierto día, Jesús dijo a sus discípulos: «Siempre habrá tentaciones para pecar, ¡pero qué aflicción le espera a la persona que provoca la tentación! Sería mejor que se arrojara al mar con una piedra de molino alrededor del cuello que hacer que uno de estos pequeños caiga en pecado. Así que, ¡cuídense!
Si un creyente peca, repréndelo; luego, si hay arrepentimiento, perdónalo. Aun si la persona te agravia siete veces al día y cada vez regresa y te pide perdón, debes perdonarla».
Los apóstoles le dijeron al Señor:
—Muéstranos cómo aumentar nuestra fe.
El Señor respondió:
—Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: “Desarráigate y échate al mar”, ¡y les obedecería! Lucas 16:1-6
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