El riesgo de alejarse
Por Charles Stanley
¿Le ha arrastrado la autocomplacencia a aguas revueltas?
La salvación se produce en cierto momento del tiempo, pero es más que una simple decisión que se toma una sola vez. El Espíritu Santo quiere vivir la vida de Jesús a través de los creyentes, y esto implica oración, lectura de la Biblia, ofrendar, compartir nuestra fe y creer en las promesas de Dios. Muchos de nosotros comenzamos bien, pero luego nos alejamos de Dios antes de profundizar en la fe.Es fácil alejarse de Dios. ¿Está usted leyendo su Biblia y orando menos de lo que solía hacerlo, encontrando siempre razones para dejarlo para el siguiente día? Una rápida súplica en el camino cuando se dirige al trabajo es a menudo toda su comunicación diaria con Dios, aparte de algunas pequeñas "oraciones urgentes", cuando la situación exige mucha oración. Quizás usted acostumbraba arrodillarse junto a la cama y derramar su corazón delante de Dios, pero ahora no tiene tiempo.
Y si las cosas realmente han empeorado, es posible que haya dejado de diezmar o de asistir a la iglesia. El mundo espiritual ya no le parece tan real como antes. No siente la presencia de Dios como la experimentó una vez. Quizás sienta que, de alguna manera, la fe ya no es importante para usted, o se ha apartado tanto del cristianismo que ya no se identifica más con él. Y cuando va de vez en cuando a la iglesia, siente que ya no está en sintonía con los viejos amigos que tenía allí; los ve como si fueran personas de otro tiempo y lugar. Estar con ellos se ha convertido en algo cada vez más incómodo, y usted no está seguro de quien cambió: si usted o la iglesia.
Si usted puede identificarse con lo que he descrito, debería entonces saber dos cosas: Primera, que usted no es la única persona en esta situación, y segundo, que se está alejando de Dios.
Alejarse de Dios es peligroso. Cuando nos falta dirección, no necesariamente nos estancamos; seguimos moviéndonos, pero por lo general en una dirección poco sana. Hebreos 2:1-4 dice: "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad".
Es fácil alejarse de Dios, porque no requiere ningún esfuerzo. Por el contrario, mantenerse en el buen camino exige mucha energía, pero gracias a Dios el Espíritu Santo nos permite someternos a Él para poder hacerlo.
Todos los creyentes, nos hemos enfriado un poco en nuestra devoción a Dios en algún momento. Un buen día me encontré dudando de Dios, y lo siguiente que hice fue alejarme de Su voluntad, propósito y plan para mi vida. No sé exactamente lo que sucedió.
Descuidar la vida espiritual, es una de las causas principales del alejamiento de Dios. Como acaba usted de leer, Hebreos 2:3 hace esta pregunta: "¿Cómo escaparemos [alejaremos] nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?" Es que ser salvo implica una santificación diaria. Es verdad que cuando nos entregamos a Cristo, el Espíritu Santo nos sella como hijos de Dios para siempre. Pero la salvación es mucho más que la confesión del arrepentimiento una sola vez; es una experiencia purificadora que dura toda una vida (Fil. 2:12).
Piense en una embarcación que se aleja del muelle; el capitán está dormido y su nave se dirige a un desastre. Ésta es una buena descripción de lo que le sucede a un cristiano que ha perdido el rumbo. Cuando nos "adormecemos" espiritualmente, comenzamos a descuidar las cosas que son importantes. Bajamos la guardia; descuidamos el timón. Antes de que nos percatemos de lo que está sucediendo, acabamos naufragando.
A menos que mantengamos el rumbo, pagaremos las consecuencias. A lo largo de mi vida como pastor, he visto a muchas personas en esta situación. Hay un patrón reconocible en cuanto al alejamiento de Dios. Esto es lo que sucede, por lo general.
Su conciencia se le entumece.
Cuando usted empieza a alejarse, comienza a ignorar la voz de su conciencia. Al comienzo, su sistema interno de alarma le remuerde, haciéndole saber que algo no anda bien. La conciencia le envía un mensaje, y luego otro, pero usted sigue justificando lo que hace y hacia dónde está yendo. No le hace caso a las advertencias. Poco a poco, desensibilizará su conciencia de tal manera que ya ésta no le molestará más.
Se aparta de la voluntad de Dios.
Cuando usted comienza a alejarse de Dios, se aparta de Su voluntad e inicia una vida de pecado. Esto puede sonarle fuerte, pero el decidir alejarse de la verdad de la Palabra de Dios equivale a poner el pie en algún tipo de transgresión. El solo hecho de que su conciencia no le retumbe, no significa que su conducta o actividad estén bien. Una vez que uno pone su fe en Jesús como su Salvador, sabe que el Espíritu Santo está en lo más profundo de nuestro ser. Usted puede insensibilizarse al punto de dejar de oír Su voz.
Se retrae de las cosas espirituales.
Lo que sucede es sencillo y natural: comienza a vivir negándose a ver la realidad. Si su conciencia le molesta, entonces racionaliza su conducta. Primera de Juan 2:28 dice: "Ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados". ¿Por qué querría usted retraerse de las cosas de la vida cristiana cuyo propósito es proporcionarle gozo y felicidad? Porque ha perdido el rumbo.
Pierde la capacidad de escuchar a Dios.
Usted no perderá jamás su salvación, pero sí puede caer en el pecado de la incredulidad (He. 3:12) y perder la capacidad de escuchar a Dios. Cuanto más se aparte, menos capaz será de oír Su voz. Cuanto más se aleje, más difícil le resultará escucharle. Sin el ancla de Cristo, es fácil buscarse pensamientos y hábitos destructivos que empañan la visión de Dios y que le harán insensible a Su voz.
Sufre interna y externamente.
Cuando usted decide abandonar el compañerismo de Dios y deja de leer Su Palabra y asistir a la iglesia, sufre mental, emocional, física y espiritualmente. Cuando se aleja de lo que usted cree que es importante, experimentará sentimientos de culpa, lo que le producirán tensión y estrés. Cuanto más tiempo esté sin dirección, más difícil le será cubrir la culpa, sobre todo si vive cerca de una persona que es muy piadosa. Piense, por ejemplo, en la esposa cristiana cuyo esposo cae en la inmoralidad sexual. Cada vez que éste vuelva a casa, se sentirá culpable, y el estrés será cada vez mayor. Su pecado le producirá tensiones y ansiedad, y la culpa le ocasionará ira y sufrimiento. El engaño del pecado será como termitas dentro de su cuerpo, robándole la paz y la alegría.
Su alejamiento entristece el corazón de Dios.
La Biblia habla de "contristar al Espíritu" (Ef. 4:30). Muchas personas se alejan del Señor, pensando que lo tienen todo bajo control, pero pueden destruir horriblemente sus vidas porque hay un castigo inevitable por alejarse de Dios. Y eso entristece Su corazón, más de lo que somos capaces de imaginar.
Usted desaprovecha lo mejor de Dios.
¿Qué clase de plan tiene el Padre celestial para usted? ¡El mejor de todos, porque Él le ama mucho! Lamentablemente, los cristianos a veces se alejan del Señor en el momento más estratégico de sus vidas; pueden, en realidad, ser distraídos por lo bien que están yendo las cosas. Una persona puede tener buena salud, éxito en sus relaciones y buena situación económica. Pero puede alejarse si no está en sintonía con lo que Dios quiere hacer con su vida.
Alejará a quienes más le aman.
El proceso de alejamiento le llevará más y más lejos de donde debiera estar, hasta el punto de no querer regresar. En ese punto, usted habrá perdido su sentido de dónde se encuentra espiritualmente. Ya no oye la voz de Dios ni siente Su presencia. ¡Ésta es una condición muy terrible!
Además de esto, el andar sin dirección cambia a la persona. Cuando su relación con Dios se ve afectada, sus acciones se afectarán también. Gastará su dinero de diversas maneras y pasará su tiempo con personas diferentes. Cambiará su manera de tomar las decisiones, y sus gustos, sus preferencias y sus prejuicios serán otros. Lamentablemente, cuando usted se aleja de Dios, alejará de sí a las personas que Él ha puesto en su vida para que le amen y se interesen por usted.
Tendrá una influencia negativa sobre los demás.
Dios quiere que seamos sal y luz, y por eso nos disciplina cuando nos alejamos (He. 12:6-8, 10). Si usted cree que no tiene ninguna influencia sobre los demás, piénselo de nuevo, porque sí la tiene. Cuando el esposo y padre de la familia se descarría, esto afecta a toda la familia, y muchas veces arrastra a los hijos por la senda del mal. ¿Y qué decir de otras autoridades, como los maestros, los jefes en el trabajo y las figuras públicas? Cuando estas personas se apartan de lo correcto, quienes las admiran o esperan agradarles, tienden a hacer lo mismo.
Su vida quedará en ruinas.
Hay una consecuencia final como producto del alejamiento de Dios. Usted convierte a su vida en un naufragio. A veces, un creyente puede tomar malas decisiones, y pensará que aunque Dios le perdone su vida nunca llegará a ser lo que esa persona había esperado. Gracias a Dios, eso no sucederá, porque el Señor puede recoger los pedazos de nuestra vida, no importa lo rotos que estén.
La Biblia nos hace una clara advertencia en cuanto el alejarse del camino correcto. Ahora es un buen momento para que usted eche una mirada sincera a su vida. Si usted se está alejando de Dios, mi oración es que sea lo suficientemente sabio como para detenerse y dejar que Dios le lleve de nuevo por el buen camino, para que reciba de Él lo mejor todos los días de su vida.
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