Desierto espiritual
por Enrique Monterroza
Hay periodos en la vida de todo creyente que pasa por “desiertos espirituales”, y es que llamo desierto espiritual a esos periodos de sequedad, en donde por alguna razón dejamos de ser sensibles a lo espiritual, en donde no dan ganas de orar, en donde lo espiritual nos llega a parecer hasta aburrido y en donde por alguna razón no sentimos la presencia de Dios sobre nuestras vidas como en otros momentos la hemos sentido.
Un “desierto espiritual” es ese periodo en donde sentimos que nuestras oraciones son secas, en donde entonar una alabanza pareciera solo una simple repetición de palabras, en donde estamos más concentrados en lo secular más que en lo espiritual, en donde hasta hemos perdido el objetivo que en algún momento nos trazamos.
Es duro estar en ese periodo de desierto espiritual, nadie piensa en llegar allí en realidad, pero todos en algún momento llegamos a ese punto, no porque lo queramos, sino que muchas veces es consecuencia de nuestro bajo nivel de comunión con Dios o es producto de permitir que los problemas que nos rodean le ganen la partida a nuestra fe.
Un desierto espiritual es uno de esos periodos que nadie quiere vivir, es uno de esos momentos que nadie nos dijo que pasaríamos, es un tiempo en donde deseamos satisfacernos de Dios, en donde tenemos una sed enorme de Él pero por alguna razón no podemos saciarnos. Esos desiertos son los que destruyen la vida espiritual de las personas si no lo logran superar, son esos desiertos los que hacen de un siervo, un esclavo de la rutina y poco a poco lo aleja de Dios.
Quizá hoy te encuentres en un desierto espiritual, en donde tu corazón se ha endurecido, en donde ya no eres tan sensible como antes lo fuiste o donde ya no ves las cosas de la misma manera que antes las veías.
Este es el día en el que tienes que comenzar a salir de ese desierto, es hoy el momento en donde tienes que proponerte en tu corazón salir adelante, no es posible que ese desierto te derrote, no es posible que todo lo que avanzaste quede desperdiciado en ese desierto.
Hoy tienes que salir de ese desierto espiritual de una vez por todas, tienes que comenzar a orar con sinceridad, tienes que alimentarte de la Palabra de Dios con un corazón humilde, no hay fórmula mágica para salir de allí, solo la humildad y sencillez de corazón puede hacer que vuelvas a ser el mismo creyente que un día fuiste.
Reflexiona muy bien (Lamentaciones 3:40) que fue lo que poco a poco te fue llevando a ese desierto y al detectarlo comienza por cambiar cada cosa que en su momento hiciste mal. Si dejaste orar, es hora de comenzar paulatinamente a hacerlo nuevamente, es necesario que forjes un hábito de oración, si dejaste de leer la Biblia es hora de comenzar nuevamente a leerla diariamente, si dejaste de congregarte es hora de poner tus ojos en Dios y no en el hombre y comenzar a congregarte, si dejaste de hacer lo bueno porque te cansaste de ser bueno, es hora de que con humildad comiences nuevamente a hacer lo bueno, no para agradar al ojo humano, sino para agradar a Dios.
En medio de cualquier desierto espiritual puedes encontrar a Dios si lo buscas de todo corazón: “Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón.” Jeremías 29:13 Traducción en lenguaje actual (TLA).
El salmista David experimento esos desiertos espirituales y escribió:“Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua.” Salmos 63:1 Nueva Traducción Viviente (NTV).
Dios quiere encontrarse contigo, la pregunta es: ¿Quieres tu encontrarte con Dios?, si realmente tienes sed de Dios tienes que comenzarlo a buscar sin poner ninguna excusa, pero sobre todo, que a la hora de buscarlo siempre tengas un corazón contrito y humillado (Salmos 51:17).
¡Hoy Dios quiere saciar tu sed!
“Partió las rocas en el desierto para darles agua como de un manantial burbujeante. Hizo que de la roca brotaran corrientes de agua, ¡y que el agua fluyera como un río!”
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