El pecado nunca será algo de lo que nos podamos sentir orgullosos, al contrario, el pecado siempre traerá consigo vergüenza, es por ello que la mayoría de nosotros al cometer un pecado no sentimos avergonzados, puesto que hemos sido llamados a ser fieles a Dios, pero nuestra naturaleza carnal muchas veces nos gana la partida y terminamos haciendo lo que no queríamos hacer.
Y es que no vamos a negar que a pesar que ahora somos hijos de Dios siempre hay ciertos hábitos en nuestra vida que nos avergüenzan. Nosotros podemos ver a un persona exteriormente, y posiblemente refleje mucha santidad y un excelente testimonio, pero en ocasiones esas personas que tienen muy buena apariencia en la intimidad están luchando constantemente con pecados que los avergüenzan y hasta roban autoridad porque el enemigo está constantemente acusándolos de hipócritas.
Reflexionando en ello me doy cuenta que en muchas ocasiones estamos atados a pecados que bien pudiéramos dejara fácilmente, y digo “fácilmente” porque aunque para nosotros parezca algo difícil de superar la realidad es que todo pecado está al alcance de superar para la persona que lo sufre, lo único que se necesita para ello es la determinación de dejarlo, porque Dios siempre ha estado allí para apoyarnos y fortalecernos.
Muchas personas pasan años pidiéndole a Dios que les quite ese pecado que tanto les avergüenza, pero mi pregunta es: ¿Qué estás haciendo tu para dejarlo?, ¿Acaso queremos que del cielo baje un ángel y nos evite cometer ese pecado que quizá diariamente cometemos?, eso no pasará.
Haber dejemos claro algo: DIOS SIEMPRE ESTA DISPUESTO A AYUDARNOS, la ayuda de Dios siempre está allí, pero lo que no siempre está allí es la disposición del ser humano para poder superar eso que nos causa vergüenza pero que de una u otra forma nos gusta hacer porque nos causa un placer que luego se convierte en vergüenza y hasta frustración.
La vida cristiana es como un entrenamiento diario, es cómo un atleta que se prepara diariamente días, meses o hasta años antes de competir. Un atleta no puede quedarse sentado esperando que llegue el día de competencia y orar a Dios para que le haga ganar esa prueba sin antes haberse preparado. Así mismo es la vida cristiana, nosotros debemos prepararnos diariamente a través de la oración para fortalecernos y a través de la lectura de la Palabra de Dios para alimentarnos. Cuando nosotros hacemos estás dos cosas estaremos más fuertes a la hora de la prueba y entonces cuando pidamos la ayuda de Dios para enfrentar eso que nos es difícil sentiremos cómo aquello que buscamos antes y con lo cual nos preparamos nos ayudará a superar la prueba.
Un cristiano que mantiene una vida diaria de oración es un cristiano que en su mente hay menos cosas malas para pensar. Un cristiano que tiene un hábito diario de lectura de la Palabra de Dios es un cristiano sabio que tendrá la palabra que necesita en el momento de la prueba, dicha palabra lo hará más fuerte para resistir el ataque enemigo.
Cuando oramos y leemos la Biblia nos sentimos más fuertes, nos sentimos más respaldados, sentimos cómo Dios está de nuestro lado, pero cuando no hacemos estas dos cosas nos sentimos vulnerables, débiles y caemos fácilmente a la hora de la prueba.
Hoy quiero invitarte a construir un hábito diario de oración y lectura de la Palabra de Dios, que todos los días puedas apartar un tiempo para realizar estas dos cosas, pero no de una forma monótona, sino de una forma devocional, que se haga parte de tu día para subsistir, que así como necesitas diariamente el agua para subsistir, el orar y leer la Biblia sea también un alimento vital para tu vida espiritual que diariamente se enfrentará a situaciones que necesitará de fortaleza para poder vencer.
A partir de este día comienza a prepararte diariamente a través de la oración y la lectura de la Palabra de Dios, provoca que estás dos cosas se conviertan en un hábito en tu vida y en algo vital que no puedas dejar de hacer cada día y entonces, cuando la hora de la prueba llegue estoy seguro que te sentirás más fuerte para enfrentarlo y ahora sí salir victorioso.
La victoria se alcanza a través de la perseverancia y la disposición de corazón. Cuando en nuestra vida hay una disposición de entregarnos completamente a Dios, Él hace maravillas en nuestra vida, porque hemos sido llamados a grandes cosas, esas grandes cosas que Dios quiere hacer en la vida de aquellos que lo reconozcan como SEÑOR.
¡Oremos cada día y no dejemos de leer la Palabra de Dios!
“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.”
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