miércoles, 14 de octubre de 2015

EL EFECTO DE LA PRODUCTIVIDAD !!!!!


 

El efecto de la productividad

Pastor Cash Luna

La gente se queja por lo que no tiene, y no aprovecha lo que sí se le ha dado.

 

  

Eclesiastés 9:10 explica: Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas, porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

La Palabra nos enseña que debemos adquirir conocimiento y sabiduría para hacer nuestro trabajo con dedicación. Muchas veces nos preguntamos cómo podemos saber cúal es la voluntad de Dios, pero lo más importante es esforzarnos y hacer nuestra labor con excelencia. Goza el trabajo que haces. A veces no tienes una palabra angelical que te ofrezca instrucciones, pero debes hacer lo que a tu mano viene y hacerlo bien para el Señor. Toma tus decisiones según la inteligencia y sabiduría que Dios te ha dado, esa es la mejor forma de saber cuál es Su voluntad.

No siempre necesitamos que Dios nos hable ya que la respuesta está en utilizar lo que nos ha dado y pensar según lo que ha puesto en nosotros.

Eclesiastés 9:11 continúa: Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.

En este verso Salomón explica que no todos tienen el mismo talento o el mismo llamado. Tal vez no seas ligero ni elocuente, fuerte o sabio, quizá no tengas la oportunidad que otros tienen, pero seguramente, tienes tus oportunidades. La vida se trata de descubrirlas y aprovecharlas.

La gente se queja por lo que no tiene, y no aprovecha lo que sí se le ha dado. La igualdad de oportunidades no existe. Hay quienes dicen: "Si yo hubiera tenido la oportunidad de aquel", pero no fue así y de nada sirve lamentarse. Así que lo mejor es enfocarse en la posibilidad que tienes. ¿Cuántos reconocen que han desperdiciado alguna oportunidad en su vida? ¡Claro que sí!, todos podemos identificar más de una, porque se nos han presentado de diversas formas, ya que somos diferentes. Desde el principio, Dios no fue igual con Caín y Abel a quien dio un trato especial porque fue obediente.

A veces queremos iguales oportunidades, pero no queremos asumir las mismas responsabilidades. Por ello, debemos encontrar nuestra posibilidad en nuestro entorno personal. En cierta ocasión, cuando era estudiante universitario, fui a un lugar donde vendían hot dogs y empecé a calcular cuánto se ganaba con ese negocio. Seguramente la persona que preparaba los hot dogs no se lamentaba por no ir a la universidad, sino que aprovechó la oportunidad que tuvo de emprender un negocio. Las oportunidades le llegan a todos, pero cuando codicias las de otros, no ves las tuyas porque permites que tu corazón se llene de envidia.

Cuando jugaba voleibol, aproveché la oportunidad que me dieron. No me lamenté por medir menos de 1.80 metros de estatura, hice lo que podía, me esforcé por aprovechar la oportunidad en ese momento. Siendo estudiante, tomé la oportunidad de predicar en el zoológico porque eso era lo que tenía al alcance. Sabía que me llamaban a predicar porque el pastor invitado no llegaba, pero aprovechaba la ocasión porque sabía que esa era la oportunidad que tenía. Algunas personas pueden decir: "El mejor jugador de baloncesto mide dos metros, tiene 5% de grasa corporal, es moreno, ¡así quién no juega bien!". Pero pregúntale a ese jugador cómo era antes de ser aceptado en el equipo. Seguramente te contaría que fue rechazado la primera vez que intentó ingresar, pero se preparó, entrenó duro y regresó para ser aceptado. No te lamentes por las oportunidades que otros tienen y pide perdón por las que has desperdiciado. Prométele a Dios que no dejarás pasar otra oportunidad.

Aprovecha que tienes un trabajo y hazlo bien para gloria de nuestro Padre. El éxito no es de los fuertes ni de los elocuentes, sino de quien toma y aprovecha su oportunidad. Enfócate en tu realidad y vívela para el Señor.

Los talentos y la productividad

Mateo 25:14-29 comparte: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. Y a uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llenado también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llenando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

¿Crees que Dios se complace de la gente que lo estudia?, ¿crees que los recompensa? Aprender de Él solamente los convierte en "estudiantes", pero no garantiza conocer el concepto de "justicia de Dios". Saber sobre el Señor no sirve de nada si no se pone en práctica dicho conocimiento. En esta parábola de los talentos el amo llamó a sus trabajadores para pedirles cuentas. He escuchado que muchos se quejan de "no sentir a Dios" y no descubren que las habilidades que nos ha regalado son una expresión de Su presencia. Que no lo veamos, no significa que seamos irresponsables con lo que nos dio.

Algunos viven pidiendo al Señor que venga pronto, pero otros quieren que tarde un poco más porque no están preparados para entregar cuentas. Lo mejor es vivir convencidos de que entregaremos cuentas en cualquier momento. El ser humano nace con dos temores, el primero es no ser alimentado y el segundo es no ser cuidado, pero algunos ¡le tienen miedo a todo! Enfócate en combatir solamente los miedos que te alejan del éxito. Por ejemplo, yo le tengo miedo a las alturas, pero eso no determina mi éxito porque no pretendo ser aviador. ¿Cuál es el miedo que te detiene? ¿Dónde lo aprendiste? ¿Cuántas oportunidades has desperdiciado por tus temores? Uno de los hombres sobre el que habla la parábola enterró su talento por miedo, así que el señor se lo quitó y mandó que se lo dieran al que tenía diez. Esto es difícil de comprender, pero es como el caso de un empresario que le dará dinero al empleado más productivo, no al que ya le ha hecho perder inversiones.

El señor del que habla la parábola repartió un total de ocho talentos, según la capacidad de cada siervo. Por lo tanto, significa que no todos trabajan igual. En tu empresa, debes aprender a reconocer las capacidades de tu gente. Veamos que al primer siervo le dio el 62.5% de los bienes; al segundo, le entregó el 25%, y al tercero, le dio el 12.5%. No recibieron lo mismo, pero hubo justicia porque todos tuvieron su oportunidad. Por supuesto, se le exigiría más a quien más recibió, pero todos debía producir ganancias. Era su responsabilidad, no del amo. La producción fue de 100% en el primero y en el segundo, pero el tercero produjo 0%. Entonces, al final tenían 15 talentos.

En resumen, el primer siervo, incluyendo su premio, produjo el 120%; el segundo produjo el 100% y el tercero no produjo. Lo más dramático es descubrir que la falta de trabajo del tercero afectó la productividad del grupo porque ese 0% les impidió rendir el 100% como equipo. Significa que el esfuerzo de todos es vital y si uno de nosotros no da lo mejor de sí mismo, afectará el resultado global. Dile al Señor: "Me niego a ser temeroso e improductivo como el tercer siervo, el 0% no es mi meta, seré fiel para que Tú me premies. Amén".

Hay una anécdota que se vive a diario en los deportes. A un deportista profesional que es el mejor en su disciplina deportiva le pagan bien, gana medallas y además, lo patrocinan. Es decir que le dan todo para que se dedique a praticar ese deporte, le pagan el hotel, el transporte aéreo y terrestre que sea necesario, además de ¡ganar mucho dinero siendo productivo! Puede ser que las mismas marcas patrocinen a otro deportista que no rinde bien y seguramente llegará el día que le quitarán los beneficios. Entonces, este deportista podría argumentar: "Al otro que tiene excelente desempeño le dan todo y no lo necesita, mejor dénmelo a mí", pero los patrocinadores responderían: "Tienes razón, tú necesitas más las facilidades, pero el deportista con buen rendimiento se lo merece".

La parábola de los talentos nos hace comprender que el Reino de los Cielos es así, le da a quien merece, por eso, nuestra vida debe enfocarse en hacer bien las cosas porque Dios nos pedirá cuentas. ¡Hagamos bien nuestro trabajo y seamos productivos! Dejemos de "sentir" o esperar señales del cielo, pensemos y actuemos porque el Señor ya nos ha dado las herramientas para lograr el éxito. ¿Cuántos pueden decir que alguna vez en la vida han actuado como ese tercer siervo y han perdido algo que tuvieron? ¿Cuántos han aprendido que es posible crecer cuando se aprovechan las oportunidades por pequeñas que parezcan? Esa es una ley del Reino y no debemos ignorarla. Si ya sabes cómo funciona el Reino, ya sabes cómo conducirte y aprovechar tus oportunidades para lograr grandes triunfos. Dios te ha dado talentos, tal vez no los que quisieras, pero son los que tienes y debes aprovechar.
Piensa que la parábola hubiera sido diferente si quien recibió un talento produce uno más y quien recibió cinco los hubiera escondido, porque incluso ¡hay personas que han desperdiciado muchas oportunidades! Lo importante es aprovechar cada talento y oportunidad que tengamos. No permitas que tus talentos cambien de manos por no apreciarlos. Pídele perdón a Dios por no aprovechar la vida, la salud y las oportunidades que te ha dado, decídete a ser productivo de ahora en adelante.

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