El valor de la conciencia
No tener en cuenta nuestra alarma interna puede acarrear consecuencias graves.
Leer | 1 Timoteo 1.18, 19
La conciencia es el sistema de alerta de Dios para ponernos sobre aviso acerca de un peligro potencial. Este sistema monitorea nuestras emociones, mente y conducta.
Nuestra conciencia funciona de manera parecida a un sistema de radar, que nos anuncia posibles dificultades, a menudo sin identificar concretamente el problema.Los principios y las normas que tengamos determinarán la sensibilidad de nuestra conciencia. Por ejemplo, si creemos que mentir es malo, sonará una alarma cuando empecemos a negar la verdad. Pero si pensamos que la mentira es defendible, la alarma se mantendrá callada.
Cuando está programada con la verdad de la Palabra de Dios, la conciencia tiene un gran valor para el cristiano. Detecta las desviaciones de las normas del Señor, y envía una advertencia. El espíritu Santo usa la señal para llamar nuestra atención. entonces revela cuál es el problema, nos da entendimiento en cuanto al mismo, y nos muestra qué es lo correcto a hacer. Nos guía a los versículos bíblicos aplicables que pueden arrojar luz sobre nuestra situación y muestra las consecuencias de una decisión equivocada.
No tener en cuenta nuestra alarma interna puede acarrear consecuencias graves. Adán y eva sabían lo que Dios esperaba (Gn 2.15-17), pero al ser tentados hicieron caso omiso a su conciencia y pecaron.
Cuando su conciencia le pone sobre aviso, ¿se detiene y presta atención, o sigue en el mismo camino? rechazar la alarma de su conciencia puede disminuir la eficacia de ésta para evitarle problemas. Pídale a Dios que le ayude a programar su alarma interna con su verdad, y que agudice su capacidad de escucharla.
¿Podemos confiar en nuestra conciencia?
Leer | 2 Corintios 1.12
La conciencia considera los pensamientos y las acciones para determinar si están en consonancia con nuestras normas y principios. Como cristianos, es importante conservar en buen estado nuestra conciencia para ser merecedores de confianza, y para ello debemos:
Aceptar la Biblia como nuestra norma de conducta. Segunda a timoteo 3.16 dice. "Toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia". Si elegimos adoptar los valores de nuestra cultura, que a menudo no coinciden con los del Señor, nuestra conciencia será poco confiable. Lo que necesitamos es estar alertas a la posibilidad de desviarnos del rumbo.
Alinear nuestra mente con la del señor. Romanos 12.2 dice que renovemos nuestra mente. Es necesario combatir siempre lo que este mundo incrédulo acepta como verdadero y justo. Debemos estar en condición de identificar las ideas pecaminosas.
Aplicar la Palabra de Dios a la vida diaria. Cuando nuestros hábitos reflejan valores santos, nuestra conciencia se vuelve más sensible a lo que es correcto e incorrecto.
Además, es esencial confiar en el Espíritu Santo para entender bien las cosas. Nuestra conciencia por sí misma es de mucho valor, pero se vuelve imprescindible cuando está acompañada de la guía del espíritu Santo (Jn 16.13).
La Biblia nos enseña cómo vivir —en cuanto a pensamientos, conducta y emociones (Gá 5.16-23). A medida que nuestras normas se alineen más estrechamente con las del Señor, nuestra conciencia será cada vez más confiable porque estará basada en lo que es importante para nuestro Padre celestial.
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