Defensa contra la tentación
Por Sergio Scataglini
No debemos tener una actitud de camaradería con el enemigo, sino ser agresivos... contra él.
Mientras estemos aquí en la tierra, tendremos que lidiar con el problema de la tentación siempre, aunque estemos en medio de un gran avivamiento. Aunque usted sea uno de los mejores obreros con que cuenta la iglesia en todo el mundo, en algún momento, también tendrá que afrontar la tentación.
La tentación viene disimuladamente, porque el diablo actúa con inteligencia. El diablo no es tonto: él viene con sagacidad infernal, y se empeña en engañarnos. Si el diablo logra captar su atención y distraerlo de la guía de Dios, puede obtener control sobre su vida. Sin embargo, ¡Satanás no puede hacernos nada, a menos que le demos lugar!
En Génesis 3 vemos que la serpiente vino con astucias y le habló a la mujer. ¿Sabe cuál fue el primer problema? ¡Que la mujer decidió conversar con la serpiente! Uno de los aspectos que han caracterizado poderosamente el ministerio de mi padre es la liberación; y desde niño, puedo recordarlo enseñando este principio: "No dialogues con el diablo".
A menudo siento en mi espíritu que algunas personas de la audiencia no prestan atención a mi mensaje, porque están oyendo otras voces. En ocasiones me he detenido a pedir que cualquiera que esté escuchando esas voces levante su mano, y es asombroso ver cuánta gente responde.
Y tú ¿oyes voces? Hasta puede sonar como si fuera el Espíritu Santo, pero en tu espíritu sabes que algo en esa voz no concuerda con la Biblia. ¿Tienes pensamientos suicidas, o ideas de que morir puede ser un acto noble, ya que no logras cumplir tus deberes en la vida? Esa clase de consejo. Viene directamente del infierno: ¡recházalo!
Pide al Espíritu Santo que te dé discernimiento. Consulta a cristianos maduros. Identifica las voces engañosas. Tenemos la seguridad de poder dirigirnos aun al propio Satanás y resistirlo bíblicamente diciéndole: "Satanás, Jehová te reprenda" (Zac. 3:2). No debemos tener una actitud de camaradería con el enemigo, sino ser agresivos y desarrollar una mentalidad de guerra contra él.
El problema es que el enemigo avanza de un modo gradual y progresivo. Tal como la serpiente se arrastra sobre la tierra, así la tentación se desliza hacia nuestras vidas. Y una vez que le permitiste entrar en tu vida, la tentación continuará ganando terreno; por eso es tan importante poner fin a esos pensamientos y modos de conducta que se han deslizado en tu vida. Debes arrepentirte de ellos en el altar del Señor.
Satanás tentó a Jesús con deseos mundanos: grandeza, alimento y fortuna. En un minuto, Jesús pudo haber tenido todos los reinos de esta tierra si se hubiese arrodillado ante Satanás (ver Lc. 4:1-13). Pero el Señor dijo: "Escrito está", y rechazó al diablo con las Escrituras. Muchos cristianos inseguros se sientan en las iglesias cada semana, y quizás hasta experimenten las bendiciones de Dios. Pero lamentablemente, muchas veces sólo les dura el tiempo que están en la reunión. Cuando regresan a sus hogares comienzan a dudar y vuelven a su estado espiritual anterior.
Una de las señales de un cristiano que no está bien plantado en el Señor es que tiene un carácter inconstante. La Biblia dice que "el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos" (Stg. 1:8). Si es un pastor, su fuerza comenzará a disminuir e irá socavando su propio ministerio.
Es necesario que asumamos la responsabilidad pastoral de nuestros hogares y que no desviemos hacia nuestras esposas deberes que nos competen sólo a nosotros. A menudo les digo a los hombres: "Hermano, el pastor de tu hogar eres tú. El pastor de tu esposa y de tus hijos eres tú". ¡Cuán importante es para nosotros, los hombres, asumir la responsabilidad espiritual de nuestros hogares! Decidirte a asumir este rol te ayudará a evitar muchos desastres y conflictos en tu familia. Eres responsable de tus actos ante Dios.
En conclusión, Dios quiere que resistamos, manteniéndonos protegidos y alerta contra las insinuaciones y ataques del enemigo y no ignorando las maquinaciones de Satanás. Y si hay pecado, que asuma cada uno su responsabilidad y se arrepienta: Dios está presto a perdonar.
Sergio Scataglini fundó su propio ministerio y su visión es impartirles a otros la pasión por una vida de santidad. Es el autor de los libros El fuego de Su santidad y Las doce transgresiones.
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