El sufrimiento es para vencer
Sergio Scataglini
De la prueba no vas a salir más débil sino más fuerte
En el avión en que viajaba a predicar, yo iba preguntando: "Señor, ¿por qué tu Iglesia se ve tan débil? Tantas mentiras, tantos adulterios, tanta gente que está en pecado. Señor, ¿qué podemos hacer para fortalecer a tu Iglesia?" Y claramente sentí una voz que le dijo a mi corazón: "Enséñale a mi pueblo a sufrir". Realmente no esperaba esa respuesta, pero en obediencia, comencé a bosquejar ese mensaje. Las primeras veces me costó mucho transmitirlo, pero se transformó en uno de los mensajes clave de nuestro ministerio. Porque, junto con muchos otros siervos, estamos preparando a la iglesia de Jesucristo para los tiempos que vienen, que serán difíciles y a la vez serán tiempos de la más grande victoria, de la más grande cosecha que jamás hayamos visto.
Mientras estemos de este lado del cielo, viviendo en un mundo que todavía está sujeto a las consecuencias del pecado, será inevitable una cuota de padecimientos. El Señor mismo dijo: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Jn 16.33b).
Si no aprendemos esta lección, cuando sobrevenga la prueba podemos caer en desconcierto y confusión, dando al enemigo de nuestras almas ocasión de sacar ventaja.
Observemos de qué manera tan balanceada se desarrolla este tema en 1 Pedro 4, comenzando por los versículos 1 y 2: "Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios". Siguen los versículos 12-14: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado", y el versículo 16: "Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello". El versículo 19 anima: "De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien".
Luego, en el capítulo 5:9, exhorta: "Al cual resistid (al diablo) firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo". Y en los versículos 10 y 11 viene la gran esperanza: "Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesu-cristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca".
Esta es palabra fuerte, es carne espiritual y es un manjar.
Así que, en primer lugar, prepárate para sufrir, pero siendo consciente de lo dicho antes, no pierdas tu dignidad cuando padeces de acuerdo con la voluntad de Dios. En tales circunstancias, tampoco dejes que el sufrimiento congele tu ministerio sino aplica el versículo 19: "Encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien".
Acuérdate que no estás solo. En las pruebas mucha gente cae en colapso porque piensa: "Soy el único al que le pasa esto", y se sienten incomprendidos. Pero mantente firme sabiendo que tus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.
Dios te va a fortalecer; de la prueba no vas a salir más débil, sino más fuerte. Él solo nos pide (ver 5:10) "un poco de tiempo": esto lo tengo subrayado en todas mis Biblias: ¡a ti te pueden parecer diez mil años, pero es "un poco de tiempo"!
Lector, Él estará contigo y te dará valentía, y no te enviará una prueba mayor de la que puedas soportar, sino que dará juntamente con la tentación la salida para que puedas resistir. ¡No creas las mentiras del diablo!
Te animo a orar diciendo: "Señor, yo necesito que me fortalezcas. No sé cuánto más va a durar esta prueba, pero algo sé: que de ella voy a salir victorioso".
El ministerio de Sergio Scataglini es impartirles a otros la pasión por una vida de santidad. Es el autor de los libros El fuego de Su santidad y Las doce transgresiones
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