Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados. 1 Pedro 4:8
El amor de Dios no se irrita (firmemente paciente, no se exaspera fácilmente).
Aunque la ira de Dios viene contra el pecado, que arruina las vidas de Sus hijos, Él nunca se exaspera con nosotros. Nunca se sale de Sus casillas ni cruza los límites por lo que hacemos.
Tarde o temprano esperamos que diga: “Se acabó; hasta aquí llegué contigo.” Si tuvimos padres terrenales que explotaban en cólera, nos imaginamos que Dios va a fastidiarse y a enfurecerse, y que va a hacer descender relámpagos sobre nosotros. Pero no lo hará. Jamás.
El Amor de Dios es Perdonador (olvidadizo, no le importan los errores).
Dios no vive contemplando las cosas que hemos hecho para decepcionarlo o para lastimarlo; más bien, elige conscientemente hacerlos a un lado para que Su corazón esté lleno sólo de los recuerdos placenteros de nosotros. En realidad, echa nuestros pecados tras Su espalda donde no pueda verlos (Isaías 38:17). Puesto que estamos tan conscientes de todas las veces que Le hemos llevado nuestros pecados, parece razonable esperar que Él nuevamente nos los traiga de regreso. Pero no lo hace. Jamás.
El Amor de Dios Justo (concentra su atención en lo bueno, no en lo malo).
Dios no se deleita cuando algo doloroso o triste nos sucede; tampoco considera con satisfacción que nos lo merecemos. Él se regocija con cada oportunidad que tiene para poder cambiar tus circunstancias de tal modo que todo te resulte verdaderamente bien. A nosotros los humanos se nos hace difícil no fijarnos en las cosas malas que los demás hacen. Aunque nosotros no queremos pagar las consecuencias de nuestras acciones, fácilmente opinamos que las otras personas sí deberían hacerlo. Dios, por otra parte, hace que el sol brille en todas las personas, sin importar lo que merecen.
El Amor de Dios es Verdadero (misericordiosamente encubridor, no exhibe).
Dios sabe y ve todo en nuestras vidas, incluyendo todos nuestros íntimos pensamientos y nuestro comportamiento pasado, pero en lugar de sacar a relucir todas esas realidades vergonzosas vez tras vez, Él les pone un techo y las cubre en silencio. Si hay alguien que puede reportar nuestros malos actos y exhibirnos, es Dios. Sin embargo, la verdad de Su amor cubre multitud de violaciones y errores en nuestras vidas (1 Pedro. 4:8).
No esconde las cosas para tenerlas encubiertas. Las encubre para liberarnos de su poder humillante.
Hoy por lo tanto proyectaré ese amor divino desde mi corazón a quienes me rodean. Señor, ese amor tuyo es impresionante, guía y fortalece. Ayúdame a proyectarlo en mi diario vivir. En el Nombre de Jesús. Amén
"BENDICIONES"
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