Dios es tu fortaleza en la debilidad. Cuando te falten fuerzas y fe, Él vendrá en tu socorro, se encargará de levantarte. Cuando te falte capacidad para vencer el pecado, te dará la salida por el poder de su Espíritu Santo que vive en ti. Amén.
En colosenses 3:5 dice: “ Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos (…)”. Nadie puede vencer por su propia fuerza los impulsos pecaminosos. La salida es elegir alimentarnos de la presencia y palabra de Dios, antes que las cosas que nos alejan de ella. Persistir en el pecado nos lleva a una vida de vacío, dolor y muerte espiritual. En cambio obedecer los consejos de Dios nos lleva a una vida de abundancia y libertad. Por ejemplo, si dejamos de regar una planta por mucho tiempo, ésta morirá, así debemos hacer con los malos deseos. Debes alejarte de todo lo que te incite a aquellos pecados a los que tienes debilidad. Nuestra responsabilidad es tomar la decisión de obedecer a Dios, para que en el momento en que la tentación se presente, nuestra acción sea resistir o huir, así abriremos la puerta al Espíritu Santo para que manifieste su poder y seamos vencedores. Cada vez que elegimos honrar a Dios con obediencia, estamos haciendo morir los malos deseos, y cada vez que esos malos deseos van muriendo, crece la nueva naturaleza de Cristo que vive en nosotros.
Hagamos juntos esta oración: “Padre te entrego mi vida por completo para que en el nombre de Jesús, llenes cada parte de mi ser con tu Espíritu Santo, te pido que me ayudes a tomar la decisión de alejarme del pecado para hacerlo morir. Declaro que seré más que vencedor, porque Cristo vive en mi. Amén”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario