ABÍAS, UNA MADRE DE INFLUENCIA
“Ezequías tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Abías, hija de Zacarías.” 1 Crónicas 29:1
Comencé a leer un libro sobre las cien mujeres principales de la Biblia escrito por Pamela L. McQuade y no podía dejar de compartir esto con ustedes. Como usualmente me sucede, no puedo retenerlo solo para mi. Sobretodo, reconociendo que cada vez es más la lucha de todas las familias por mantenerse unidas y cada vez más difícil la crianza de los hijos en estos tiempos donde tenemos un enemigo queriendo destruir una nueva generación. Muchas madres solteras llegan a este lugar, muchas esposas pasando por separaciones y divorcios, mujeres casadas con hombres de poca o ninguna fe, buscan en espacios como estos tratando de encontrar una esperanza y con la preocupación de poder lograr levantar, animar y dirigir a sus hijos sin la ayuda de aquel que una vez prometió estar presente en todo. Por esa razón, hoy les presento a Abías, una mujer que ni siquiera yo sabía que existía. Estoy contenta y llena de fe. Cuando cada día mi labor como madre aveces es… ajá, exactamente… no puedo describirlo. Pero tu quizá ya me entendiste. No es fácil, pero el amor lo puede todo. De esa misma manera, el amor de Dios lo puede todo.
Madre… no dejes de creer! Aquí una chispa de aliento para tu corazón cansado.
No hay muchas referencias sobre Abías en la Escritura, pero una muy importante elogia a su hijo, el rey de Judá: “Ezequías puso su confianza en el Señor, Dios de Israel. No hubo otro como él entre todos los reyes de Judá, ni antes ni después.” (2 Reyes 18:5). El esposo de Abías, Acaz, sin duda nunca influenció a su hijo para que confiase en Dios, porque él adoró cada vez más ídolos paganos y hasta cerró el templo de Jerusalén. Si el padre o la madre de Ezequías influenciaron positivamente su fe, habría sido Abías. Sin importar lo que un niño haya experimentado, un padre fiel puede ejercer una poderosa influencia para Dios. Mientras que su esposo se entregaba a dioses paganos, la tranquila fe de Abías puede que haya llevado a su hijo al Señor. No es diferente en la actualidad. Dios sigue levantando a los hijos de madres fieles. La infidelidad de un padre puede convertirse en una clara advertencia y un triste contraste con la fe de una madre. A pesar de qué desafíos afronte una madre, nuestro Padre celestial siempre está con ella, si ella confía en El y ora fielmente por su hijo. Aunque un padre humano pueda fallar, nuestro Señor nunca fallará.
Dice la palabra que Él es la Roca, que sus obras son perfectas y todos sus caminos son justos. Que El es fiel y no practica la injusticia. (Deuteronomio 32:4)
No quiero que lo olvides, Dios como padre no te va a fallar! Te bendigo más, Yashira
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