Cuando ores, no te permitas vacilar en tu fe. Aférrate a lo que has aprendido y a la confianza que has recibido en tu relación con Dios, aun en las cosas que crees que están muertas y sepultadas, que son irreversibles o imposibles. Dios puede resucitar una vida que pensabas que había terminado. El puede sanar a los enfermos, salvar al peor de los pecadores y derrocar gobiernos abusivos. Tú reconoces Su capacidad para hacer vivir las cosas muertas cuando eres fiel en la oración. Cuando mantienes tu posición en fe, y sigues creyendo en Dios, El se complace.
Para Dios nada es demasiado difícil, así como Ezequiel habló al valle de los huesos secos, háblales a las esperanzas muertas, a los sueños muertos y a las situaciones imposibles. Nada está terminado hasta que así Dios lo decide. Niégate hoy a perder el ánimo. Declara que tu fe no fallará y pide audazmente, creyendo, sin pensarlo dos veces, sin dudarlo y esperando en que Dios se moverá a tu favor.
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