sábado, 18 de abril de 2015

CUANDO UNA MUJER SAVIA HABLA !!!!!

CUANDO UNA MUJER SABIA HABLA

Cuando una mujer sabia habla, da una razón por la esperanza que hay en ella. Las palabras más importantes que podemos hablar son las que le explican nuestra fe a cualquiera que nos pregunte o esté dispuesto a escuchar. Debemos poder dar una razón de la esperanza que hay en nosotras. Debemos orar para que Dios nos ayude a ser lo suficientemente valientes como para explicar con claridad nuestra fe en Dios. Debemos pedirle a Dios que nos ayude a decirles a otras personas por qué llamamos a Jesús nuestro Mesías, por que no podemos vivir sin el Espíritu Santo y porque escogemos vivir de acuerdo a los caminos de Dios. Y debemos estar capacitadas para hacerlo con amor y humildad, de otra forma vamos a ofender a aquellos que Dios quiere que se acerquen a El. Si el amor de Dios y el testimonio de Su bondad no están en nuestro corazón no van a salir de nuestra boca y lo que digamos no va a acercar a la gente al Señor. De hecho, harán lo contrario. 

Cuando una mujer sabia habla, sabe que el tiempo en que se habla es importante.  No debemos ser rápidas para hablar (Proverbios 29:20). Una mujer sabia sabe que no debe compartir cada uno de los pensamientos que le vienen a su mente. “El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dorminarla” (Proverbios 29:11). Tal vez usted tenga buenas cosas que decir pero la gente no siempre está lista para escucharlas. 

Cuando una mujer sabia habla, dice la verdad.  Cuando no decimos la verdad, herimos a otros y también nos herimos a nosotras mismas (Efesios 4:25). Pero hay que tener en cuenta que no podemos ir por todos lados hablando la verdad sin sabiduría, sensibilidad y un sentido del tiempo del Señor. 

Cuando una mujer sabia habla, no habla demasiado.  Eclesiástes 5:3 dice “Quien mucho se preocupa tiene pesadillas, y quien mucho habla dice tonterías”. 

Cuando una mujer sabia habla, sus palabras son amables.  No podemos hablar palabras maliciosas, insensibles, duras, engañosas, ofensivas o arrogantes sin cosechar las consecuencias. Con nuestras palabras o edificamos vidas o las destrozamos (Mateo 15:18). 

Pidámosle a Dios que cree en nosotras un corazón puro y tan lleno de Su amor y Su verdad que nuestras palabras desborden de igual manera amor, verdad y sanidad. Encontremos siempre las palabras que hablen vida a las personas que se encuentran a nuestro alrededor. 


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